miércoles, 23 de octubre de 2019

EL JUEGO DE LOS 13 SUICIDAS

Corría el año 2007 e Internet no paraba en su loca carrera por expandirse, tímidamente las redes sociales comenzaban a ganar peso y los foros temáticos poco a poco comenzaban a quedar vacíos. Existían foros de toda clase de contenido… bueno aún los hay, solo que la gente poco y nada se mete ya a ellos.
Nunca fui muy asiduo a ellos ni mucho menos a los foros de los llamados juegos de rol, solamente por mi hermano menor es que pude conocer más o menos de que se trataba. Según entiendo son foros donde las personas (generalmente adolescentes fantasiosos) se registran y se hacen pasar por personajes de una historia ficticia… que es contada por el o los administradores y allí pues interactúan con los otros miembros en un mundo de fantasía, puede ser medieval, futurista, contemporáneo… etcétera, todo depende de cual sea el juego. Pues bien, mi hermano menor me habló de un juego de rol en el cual el participaba y la verdad es que lo encontré bastante… raro por decir lo menos, se llamaba “Los 13 suicidas”. Mi hermano solía hablarme de aquel foro los fines de semana cuando íbamos de compras o al cine y jamás le presté mucha atención ya que en ese momento pensaba que solo eran babosadas de quinceañeros… graso error de mi parte.
Me intrigaba lo entusiasmado que él se mostraba cuando me hablaba del juego, de su personaje y de la historia en sí… me lo explicaba tan detallado y con tantas ganas como si de verdad anhelara que yo lo entendiera. Bueno,  según recuerdo la historia del juego era de lo más extraña,… cada miembro debía elegir un personaje y situarlo en alguna época del mundo, en cualquiera,… podía ser el renacimiento, la edad media, los años veinte, el futuro, nuestro presente, etcétera y una vez allí debía intentar hacer contacto con los otros personajes situados cientos de años en el pasado o bien en el futuro. El  administrador era una suerte de profeta cósmico y universal que tenía la capacidad de comunicarse con todos ellos y encomendarle misiones para que llevaran a cabo. Era un juego raro y la historia muy, muy extraña… pero a mi hermano le encantaba. El administrador se aparecía de vez en cuando en la vida de los jugadores y les comunicaba terribles y desastrosos acontecimientos futuros, bizarras predicciones que solo podían ser evitados por trece valientes héroes, trece elegidos por el cosmos… los trece suicidas.
Siguiendo la trama de este extraño juego de rol, durante siglos trece suicidas han mantenido el equilibrio del planeta y han evitado que nuestro mundo se convierta en un auténtico caos y el momento… nuevamente había llegado. Funestos y oscuros acontecimientos se cernían sobre el mundo y trece suicidas de distintas épocas y lugares debían velar para que estos no se cumplieran. Como ya lo he dicho, era un juego extraño y difícil de entender, pero por alguna razón mantenía capturado el interés de mi hermano y de los demás jugadores. Poco a poco fui testigo de cómo mi hermano se preocupaba más y más por la trama y los acontecimientos que iban sucediendo en el juego llevándolo hasta un punto insostenible. Una noche se volvió como loco y enajenadamente buscaba algo en el sótano de la casa con desesperación, cuando lo vi en el pasillo le pregunté qué sucedía y solo me contestó: ”hazte a un lado”… me pude fijar que entre sus brazos llevaba un libro de historia, luego se encerró en su cuarto y siguió jugando… yo solo pensé “estúpido nerd”.
No sé cómo no lo pude ver venir… no sé cómo pude haber sido tan estúpido… y francamente no sé si pude haber hecho algo para evitarlo…
Pasaron los días y la adicción de mi hermano por el juego de rol se volvió algo grave, tanto que cayó enfermo y entre sus delirios no para de hablar de la desgracia que vendría desde el cielo y caería sobre la humanidad. Cuando estuvo mejor lo sorprendí varias veces llorando a solas, pero nunca quiso contarme más…
Mi hermano menor se ahorcó en el cuarto de baño durante la madrugada del 12 de enero del año 2008, colgando de su cuello tenía un letrero escrito a mano que ponía el número trece y en el bolsillo de su pantalón una carta suicida que llevaba por título “Los héroes no deberían morir jóvenes”. El contenido de la carta era un montón de garabatos sin sentido, lo único que me parecía relativamente coherente fueron las últimas líneas, me parecían de una lucidez que me estremeció por completo…  en su despedida  pedía perdón a quienes le amábamos… pero que lo hacía porque él era el número trece.
Ya han pasado algunos años y me pregunto a veces por la página… la cual fue dada de baja pues no volvió a tener actividad desde el suicidio de mi hermano. Me pregunto también si es que hubieron otros doce suicidas… otros jugadores quienes, embaucados y adictos a un estúpido juego de rol confundieron la ficción con la realidad…
A veces también me pregunto por los administradores y sus extrañas predicciones…, pero lo que más me aterra es que cada vez que pienso en mi hermano no puedo evitar reflexionar si es que estamos vivos gracias a él.
Gracias a los 13 suicidas.

EL JUEGO DE LOS AURICULARES

¿Nunca te percataste de voces o sonidos extraños que no formaban parte de la canción que estabas plácidamente escuchando con los auriculares puestos? Si tu respuesta es sí, entonces quiero decirte que es perfectamente normal, no estás loco, tu mente no te juega una mala broma, sino que se trata de un tipo de ente o espíritu que trata de comunicarse con nosotros, nadie sabe por qué.
Hay una efectiva pero arriesgada manera de invocarlo; si la haces bien, obtendrás una recompensa; no obstante, nadie sabe qué pasa si se hace mal.
Este ritual debe realizarse en una recámara personal, solitaria y oscura. Cuando hayas apagado las luces, siéntate en la cama, y reproduce la canción más lenta y triste, por así decirlo, que tengas (a algunos les ha funcionado con “Gloomy Sunday").
Cuando vayas exactamente por un minuto, baja un poco el volumen, quítate un lado de los auriculares y haz la siguiente pregunta: «¿Estás aquí?», a la cual, si has hecho bien el proceso, te contestarán, muy cerca de tu oído que no tiene el auricular puesto: «Sí».
Luego de esto, podrás hacerle las tres preguntas que gustes sin importar qué, y él (o lo que sea que esté a tu lado) responderá de una manera diabólicamente exacta.
Cuando te haya contestado la última, quítate los auriculares y corre a prender la luz. El ente que está junto a ti no es muy veloz, pero no querrás ni imaginarte lo que te hará si te alcanza. Una vez prendida la luz, el ritual estará terminado y tú estarás a salvo.

El juego de las sonrisas



Se acercaba el cumpleaños de mi hermano, vino mi tía y mi primo, mi tía dijo que mi tío y mi prima debieron retrasarse, no le dimos mucha importancia y empezamos a decorar la sala para el cumpleaños, pues trajeron muchos decorativos para la fiesta, en mi opinión exageraron la situación pero no podían hacer más nada, ya habían pagado.
Mi primo nunca se sentaba en la mesa a comer con la familia, comía en la habitación donde se quedó, era muy raro, por decirlo así, ya que en las noches que se quedó en la casa, se escuchaban ruidos raros desde su cuarto.
Los días pasaron y el día de la fiesta llegó, todos esperaron a mi hermano en la casa, pues el trabaja hasta las seis de la tarde, cuando llegó todos gritaron sorpresa, pero algo pasó en su trabajo, estaba triste cuando llegó, pero igual seguimos con la fiesta, todos estaban en la sala celebrando, excepto mi primo que estaba en el baño, cuando pasé por el pasillo en donde estaba el baño y mi cuarto, ya que iba a buscar unas cosas, mi primo me susurró:
- Oye, ¿quieres ver el juego que me enseñaron?
Yo, con curiosidad, le pregunté:
- ¿Cómo se llama?
- “El juego de las sonrisas”
- Vale, ¿cómo se juega?
- Eso no importa ahora, ¿quieres jugar o no
- De acuerdo.
- ¡Qué bien, tenemos má jugadores! Sígueme.
Me llevó a su cuarto, donde estaba mi hermana pequeña esperando, mi primo dijo:
- Para jugar, hay que vendarse la boca y hacer lo que el anfitrión haga, ¿quedó claro?
- ¿Cómo que el anfitrión?
- El anfitrión es el que los invito a jugar, en este caso soy yo.
Después de que los tres nos vendáramos, él se quitó la venda y buscó algo que escondía en una caja debajo de la cama.
- ¿Qué buscas? Pregunté yo.
- Oh, ya lo veraz. Dijo con una voz macabra.
De la caja sacó un cuchillo muy afilado, yo me asusté mucho, pues muchos pueden dudar el porqué un niño de diez años tendría un cuchillo debajo de su cama, yo le dije:
- Oye, ¿por qué tienes ese cuchillo? Dámelo, que te harás daño.
Cuando le fui a quitar el cuchillo me empujó con mucha fuerza, tanto así que me quedé sin aire. Él gritó:
- ¡No hemos empezado y ya quieres desobedecerme! Recuerda, tú quisiste jugar, ahora seguirás mi juego.
A juzgar por el sonido de la fiesta, nadie habrá oído lo que pasaba en el cuarto. Desde el piso pude ver una imagen que me seguirá por el resto de mi vida: Mi primo puso una sonrisa psicópata y se cortó la boca de una forma en que la sonrisa le llegaba a las orejas, después de eso dijo:
- Vamos pequeña, tú sigues.
Él se acercaba muy lento a mi hermana pero lo impedí poniendo el pie, ella no sabía lo que pasaba, pues tenía cuatro años.
Cuando se cayó me intentó apuñalar en la pierna, pero me levanté antes que lo hiciera, él me grito:
- ¡Qué rayos haces! ¡Debemos seguir con el juego!
Desde el piso él me lanzó el cuchillo, dándome en la espalda, me caí y le dije a mi hermana:
- Corre y trae a mis padres.
Ella se fue lo mas rápido que pudo, mientras yo estaba en el suelo pude sentir cómo mi primo me sacaba el cuchillo de la espalda.
- Que mal que paso esto, hubiera sido mejor que me hubieras hecho caso. Dijo con voz burlona.
Me volteó y dijo:
- Ay, a esta carita le falta una sonrisa… Esa es la razón del juego, ¡ponerte una puta sonrisa!
Aproveché que estaba hablando y le di un golpe en la cara.
- ¡Mi sonrisa nueva! Gritó con una voz de dolor.
Mientras él estaba en el piso por el golpe, yo corrí a la sala con toda mi velocidad, pero cuando volteo, él ya estaba detrás de mí, corriendo a una velocidad sobrehumana, cuando estaba cerca de la puerta en donde estaba la fiesta, él me da un golpe muy fuerte en la cabeza, quedando inconsciente.
Al despertar veo a mis padres y a mi hermano al frente mío, miró a mi alrededor y me doy cuenta que estoy en un hospital, traté de hablar, pero no podía debido a que tenía una venda que me tapaba de la nariz a la barbilla.
- ¿Cuándo se curará? Dijo mi mamá muy preocupada.
- En una semana, señora. Dijo el doctor.
Pasó una semana y me iban a quitar la venda, el doctor dijo:
- Resista, que cuando quite la venda dolerá un poco.
El doctor quitó las vendas, pero cuando lo hizo mis padres gritaron y mi hermano estaba en shock. Cuando el doctor me paso un espejo pude ver la causa de los gritos de mi familia: Mi boca quedo como la de mi primo, una sonrisa diabólica. Apenas vi esto grité:
- ¿¡Dónde está mi primo!?
- Queríamos esperar a que la fiesta pasara, murió junto con tu tío y tu prima en un choque mientras venían para la ciudad. nos enteramos un día antes de la fiesta, se lo dijimos a tu hermano primero mientras trabajaba y por eso llegó triste.
Grité con toda la fuerza que tuve, el doctor me decía que me calmara, pero yo seguía, no quería tener recuerdos de lo que pasó en la fiesta…
Mi tía vino unas semanas después y me dijo algo que me impactó:
- La sonrisa… ¿Sabes qué es “El juego de las sonrisas”?
- Creo, ¿por qué preguntas?
- Mi esposo no tenía creencias religiosas, pero estaba muy obsesionado con los espíritus, el investigó todo lo que pudo en su vida sobre espíritus.
Ella me dio un libro que tenía de título: “El juego de las sonrisas"
Yo me empeñé a leerlo, pero leí solo la primera pagina, pues era la única que había visto con textos:
“El Juego de las sonrisas” es un ritual que se hace para mantener a espíritus con poder para seguir en la tierra, el juego consiste en engañar a dos o más humanos haciéndoles pensar que el espíritu está vivo en su forma mortal y obligándoles a jugar, luego cortarles en la boca haciendo una sonrisa enorme (el espíritu debe hacerlo también) al hacerles la sonrisa, maldecirlos diciéndoles: “Os quito su alma, pues son mi forma de seguir en la tierra” …
El resto estaba arrancado, revisé todas las otras páginas y estaban en blanco, excepto la última, esta tenía pequeñas fotos de gente muerta con la misma sonrisa.
Ese juego, esta sonrisa, sueño con ella, nunca me veo en los espejos con el miedo de ver el resultado del “Juego de las sonrisas”.

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